Actualmente somos internacionales y coincidimos todos demasiado poco: unos están lejos, otros trabajan demasiado, otros casi siempre tienen otros planes, otros casi siempre llegan tarde... Éste es nuestro espacio renovado para mantenernos en contacto y contarnos lo que nos apetezca; sin distancias, sin jefes, sin compromisos y sin relojes. // Actualment som internacionals i coincidim tots massa poc: uns estan lluny, altres treballen massa, altres gairebé sempre tenen altres plans, altres gairebé sempre arriben tard ... Aquest és el nostre espai renovat per mantenir-nos en contacte i explicar-nos el que ens abellisca, sense distàncies, sense jefes, sense compromisos i sense rellotges.

martes, 25 de noviembre de 2008

Microcuentos II

Siguiendo la buena iniciativa de Marta, de recordar que la lucha contra la violencia de genero debe hacerse los 365 días del año, añado este microcuento que me recuerda que aún hay muchas cosas qu cambiar:

LA SUMISIÓN

"La mujer que está tomando un helado de vainilla en la primera mesa este café ha tenido siempre las cosas muy claras. Busca (y buscará hasta que lo encuentre) lo que ella llama un hombre de verdad, que vaya al grano, que no pierda el tiempo con detalles galantes, en gentilezas inútiles. Quiere un hombre que no preste atención a las cosas que ella pueda contarle, pongamos, en la mesa, mientras comen. No soporta los que quieren hacerse los comprensivos y, con cara de angelitos, le dicen que quieren compartir los problemas con ella. Quiere un hombre que no se preocupe por los sentimientos que ella pueda tener. Desde púber huyó de los pipiolos que se pasaban el día hablándole de amor. ¡De amor! Quiere un hombre que nunca le hable de amor, que no le diga nunca que la quiere. Le resulta ridículo, un hombre con los ojos enamorados y diciéndole: "Te quiero". Ya se lo dirá ella (y se lo dirá mucho, porque lo querrá de veras), y cuando se lo haya dicho recibirá complaciente la mirada de compasión que él le dirigirá. Ésa es la clase de hombre que quiere. Un hombre que en la cama la use como se le antoje, sin preocuparse por ella, porque el placer de ella será el que él obtenga. Nada la saca mas de quicio que esos hombres que, en un momento u otro de la cópula, se interesan por si ha llegado o no al orgasmo. Eso sí: tiene que ser un hombre inteligente, que tenga éxito, con una vida propia e intensa. Que no esté pendiente de ella. Que viaje, y que (no hace falta que lo haga muy a escondidas) tenga otras mujeres además de ella. A ella no le importa, porque ese hombre sabrá que, con un simple silbido, siempre la tendrá a sus pies para lo que quiera mandar. Porque quiere que la mande. Quiere un hombre que la meta en cintura, que la domine. Que (cuando le de la gana) la manosee sin miramientos delante de todo el mundo. Y que por si esas cosas de la vida ella tiene un acceso de pudor, le estampe un bofetada sin pensar si los están mirando o no. Quiere que también le pegue en casa, en parte por que le gusta (disfruta como una loca cuando le pegan) y en parte porque está convencida de que con toda esta oferta no podrá prescindir jamás de ella."
QUIM MONZÓ

1 comentario:

Raquel* dijo...

Que grande es Monzó... pero que dolor de relato...